16.4.07

La segunda rendición en la guerra de las Malvinas

Hoy el número de muertes por suicidio supera las de los combates de 1982

Omar L. de Barros Filho
Tlaxcala
Traducido por Juan Vivanco y revisado por Àlex Tarradellas
Atrapada en un callejón sin salida, la Junta Militar que gobernaba dictatorialmente Argentina encontró en la guerra de las Malvinas la solución para su permanencia en el poder, apelando al nacionalismo exacerbado de la población y sus dirigentes políticos, incluidos los líderes sindicales, empresariales e intelectuales de relevancia y de todas las tendencias ideológicas. El 2 de abril de 1982 los mandos militares ordenaron la ejecución del Plan Goa de invasión de las islas del Atlántico Sur, colonizadas por Gran Bretaña desde 1833. Argentina, escudándose en su justa reivindicación, se metió en una aventura bélica que llevó al país a uno de los mayores desastres de su historia y, en consecuencia, dejó heridas que 25 años después aún no han cicatrizado.Los últimos relatos dan cuenta de la dramática situación de los excombatientes argentinos, que hoy son una de las caras más visibles de la derrota. Transformados en motivo de un profundo malestar nacional, los militares supervivientes de los combates en las heladas trincheras de las Falklands —como prefieren llamarlas los ingleses—, en los navíos de la armada o en los aviones de la fuerza aérea, padecen toda clase de depresiones, trastornos mentales y sociales.Quien conoce el orgullo patriótico argentino quizá pueda calibrar correctamente en qué medida ha contribuido a esta situación la vergüenza de la derrota, agravada por la incuria gubernamental, las bajas pensiones y la marginación en la vida diaria. Pero la razón principal es la autoestima anulada por la conciencia de haber sido un pasajero inducido o forzado a un viaje ignominioso al interior más profundo del alma de un país que había dejado de reconocer la democracia como un valor permanente.No voy a recordar aquí los nombres de los señores uniformados que en aquella ocasión manipularon las leyes, los derechos humanos, los sentimientos y las libertades populares de toda una nación. Dejemos que los historiadores y los jueces los arrojen al basurero que se merecen. Pero recordemos, eso sí, los constantes suicidios que, de vez en cuando, saltan con indiscreción a las páginas de la prensa y son como gritos desesperados de los testigos del abandono.Cada vez se vuelve más frecuente la divulgación de estadísticas que revelan una cruel contabilidad. Según una de ellas, la encuesta del Programa de Ayuda Mutua Integral (PAMI), en un universo de 200 excombatientes el 47,8% admiten que consumen alcohol de forma exagerada, el 78,2% tienen problemas de insomnio, el 86,9% se consideran más irritables que las demás personas y el 53,3% de sus esposas temen las reacciones violentas de sus maridos; dos de cada cinco hijos tienen dificultades de conducta o aprendizaje. Pero lo peor, con todo, son la desgana vital, la angustia, el temor, los ataques de pánico, las crisis de llanto, la culpa. El número de veteranos desilusionados que acabaron con su vida ya supera la cantidad estimada de 326 muertos durante los combates en las islas Malvinas.Ahora se trata, por lo tanto, de una segunda rendición, la definitiva.Fuente: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=2425&lg=po

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