10.1.09
El Antiguo Testamento y el Genocidio de Gaza
palestinethinktank.com
Gilad Atzmon
Traducido para Rebelión por Ana Sastre
"Perseguiréis a vuestros enemigos, quienes caerán a espada delante de vosotros. 8 Cinco de vosotros perseguirán a cien, y cien de vosotros a diez mil; vuestros enemigos caerán a filo de espada ante de vosotros".
LevÃtico, CapÃtulo 26, versÃculos 7-9
"Cuando Jehovah tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual entrarás para tomarla en posesión, y haya expulsado de delante de ti a muchas naciones… destrúyelas por completo. No harás alianza con ellas ni tendrás de ellas misericordia".
Deuteronomio 7:1-2,
"… no dejarás con vida a ninguna persona. Los destruirás completamente… como Jehovah tu Dios te ha mandado…"
Deuteronomio 20:16
Entre los estudiosos de la Biblia existe un acuerdo casi unánime de que la Biblia hebrea contiene algunas sugerencias totalmente inmorales, algunas de las cuales son poco menos que una llamada al genocidio. El estudioso de la Biblia Raymund Schwager ha localizado en el Antiguo Testamento 600 pasajes cargados de violencia explicita, 1.000 versÃculos en los que se describen acciones violentas de castigo ejecutadas por el propio Dios y 100 pasajes en los que Dios ordena expresamente matar a otros. Parece ser que la violencia es la actividad más mencionada en la Biblia hebrea.
Por muy devastador que parezca, las frecuentes menciones de violencia y exterminación de otros contenidas en la Biblia hebrea puede arrojar cierta luz sobre el abominable genocidio que el estado judÃo está practicando en este momento contra Gaza. A plena luz del dÃa, las Fuerzas de Defensa israelÃes están utilizando los métodos más letales contra civiles, como si su principal objetivo fuera "destruir" a los gazanos sin mostrar por ellos "ni un ápice de misericordia".
Curiosamente, Israel se considera un estado laico. Ehud Barak no es precisamente un rabino y Tzipi Livni no es la esposa de un rabino. Por lo tanto, estamos en nuestro derecho de suponer que, en realidad, no es el judaÃsmo en sà el que transforma automáticamente a los polÃticos israelÃes y a los dirigentes militares en criminales de guerra. Es más, los primeros sionistas creÃan que al amor y al cobijo de una patria los judÃos se convertirÃan en "personas como las demás", es decir, personas civilizadas y éticas. A este respecto, la realidad israelà es bastante peculiar. Es posible que los judÃos laicos hebraicos hayan conseguido derrocar a su Dios, la mayorÃa de ellos no siguen la ley judaica y son prácticamente laicos, pero interpretan colectivamente su identidad judÃa para asignarse una misión genocida. Han conseguido que la Biblia pase de ser un texto espiritual a convertirse en un registro catastral sanguinolento. Están allÃ, en Sión (es decir, en Palestina) para invadir la tierra y privar de libertad, matar de hambre y destruir a sus habitantes indÃgenas. En consecuencia, parece que los comandantes de artillerÃa y los pilotos de las Fuerzas de Defensa israelÃes que aniquilaron Gaza hace dos noches estaban siguiendo las órdenes del Deuteronomio 20:16, de hecho, ".. no dejaron con vida a ninguna persona." Pero entonces, se plantea una pregunta... ¿por qué un comandante laico obedece los versÃculos del Deuteronomio o cualquier otro texto bÃblico?
Algunas voces judÃas de izquierdas, muy pocas y esporádicas, insisten en contarnos que ser judÃo no es necesariamente sinónimo de ser asesino. Me inclino a pensar que ellos sà creen sus propias palabras. Pero entonces yo me pregunto…. ¿qué es lo que hace del estado israelà una nación brutal sin parangón? La verdad es, sin duda, muy triste. Por lo que he podido comprobar, el sionismo es el único colectivo judÃo ideológico y polÃtico laico y esta semana ha vuelto a demostrar que es un movimiento genocida hasta la médula.
En lo que al genocidio se refiere, la diferencia entre judaÃsmo y sionismo puede ilustrarse del siguiente modo: mientras el contexto bÃblico judaico está plagado de referencias genocidas, por lo general en nombre de Dios, en el contexto sionista los judÃos matan a los palestinos en su propio nombre, es decir, "los judÃos". Y este es, de hecho, el triunfo más aplastante de la revolución sionista. Ha enseñado a los judÃos a creer en sà mismos. A creer en el estado judÃo. "El israelÃ" es el Dios de Israel. En consecuencia, el israelà asesina en nombre de "su propia seguridad", en nombre de "su democracia". Los israelÃes destruyen en nombre de "su guerra contra el terror" y en nombre de "su América". Al parecer, en el estado judÃo, la cuestión hebraica se convierte en asesinato masivo tan pronto como encuentra un "nombre" al que asociarlo.
En estas circunstancias, no queda mucho espacio para la especulación. El estado judÃo es la peor amenaza para la humanidad y para nuestra noción de humanidad. El Cristianismo, el Islam y el Humanismo se presentaron como un intento de enmendar el fundamentalismo tribal judÃo y reemplazarlo por la ética universal. La Ilustración, el liberalismo y la emancipación permitieron a los judÃos redimirse de sus ancestrales y tribales creencias de supremacÃa. Desde mediados del siglo XIX, son muchos los judÃos que han roto las cadenas culturales y tribales. Desgraciadamente, el sionismo ganó muchos judÃos para su causa. En la actualidad, Israel y el sionismo son la única voz colectiva con la que cuentan los judÃos.
Los últimos dÃas de ofensiva despiadada contra la población civil palestina no dejan lugar a dudas. Israel es el peligro más grave para la paz mundial. Está claro que las naciones cometieron un trágico error en 1947, concediendo a una efÃmera identidad racista la oportunidad de convertirse en un estado nacional. No obstante, ahora la obligación de las naciones es desmantelar pacÃficamente ese estado antes de que sea demasiado tarde. Debemos hacerlo antes de que el estado judÃo y sus radicales grupos de presión en todo el mundo nos arrastren a una guerra mundial en "nombre" de una u otra ideologÃa populista y trivial (democracia, guerra contra el terror, choque cultural, etc.). Debemos despertarnos y actuar ahora, antes de que el único planeta que tenemos se convierta en un hervidero de odio.
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