21.10.06

Andy García: La dignidad perdida

'La ciudad perdida' ha sido considerada como "de las malas películas de Hollywood, la peor"

J.M. Álvarez

Andy García, actor estadounidense de origen cubano, presentó hace unos días en Madrid su película La ciudad perdida, en la que debuta como director y que se estrenará en España el próximo mes de noviembre. La ideología de Andy García es conocida en determinados sectores de América Latina. Por esa razón ha tenido problemas para exhibir allí la película. Si a ello le unimos un desmedido afán por manchar la imagen del Che Guevara, el carácter revisionista de la cinta, que propició su boicot en algunos países, y que haya sido calificada por la crítica como ”de las malas películas de Hollywood, la peor”, no presagio nada bueno para quienes vayan a pasar por taquilla sólo por inclinaciones cinéfilas.

Andrés Arturo García Menéndez salió de Cuba a los cinco años de edad, cuando la Revolución comenzaba a desmembrar el régimen de Batista, un sistema corrupto, idóneo para hampones y mafiosos que habían establecido su residencia en la isla. Fue entonces cuando su padre, un conocido abogado de la época, se trasladó a Miami porque, según parece, temía por su vida. Extraña justificación la suya si tenemos en cuenta que, en esos momentos, surgía una nueva sociedad en la que torturadores y asesinos dejaban de tener cabida. Si el progenitor de Andy sentía temor ante el futuro que se avecinaba, cabe preguntarse qué clase de clientes acudirían a su bufete habanero.

Educado en los valores y costumbres de Estados Unidos, decidió hacerse actor de cine. Y la cosa fue relativamente bien mientras se limitó a representar papeles de policía justiciero o de ayudante de capos italianos. Pero un día debió de perder su escaso juicio y decidió, para desgracia del Séptimo Arte, protagonizar a García Lorca en una película en la que éste -a causa de las ideas preconcebidas que los estadounidenses tienen sobre el mundo hispano en general- era presentado casi como un torero haciendo el paseíllo a las cinco de la tarde. Menos mal que lo único que tiene Andy en común con el poeta granadino es el apellido. Ahora se inicia como director de cine, reflejando, bajo su reaccionario punto de vista, la sociedad habanera de la década de los 50, hasta la llegada al poder de los revolucionarios de Sierra Maestra.

Hace tiempo que se considera un “exiliado político”, no sé muy bien por qué, pues desde que su familia abandonara Cuba voluntariamente, siendo él un niño y por tanto sin capacidad analítica, no ha regresado jamás. En consecuencia, lo único que conoce de Cuba es la propaganda intoxicadora que realiza la extrema derecha cubana de Miami y los medios de desinformación imperialistas. Pero como la ignorancia, a medida que se prolonga en el tiempo, provoca que algunos adquieran confianza, Andy terminó creyéndose su condición de exiliado e hizo causa común con Gloria Estefan -la del clan musical de Florida- para, junto a grupos terroristas de Miami, participar activamente en las repugnantes maniobras dirigidas a secuestrar al niño cubano Elián González, con el fin de evitar que fuera entregado a su padre. Por aquel entonces manifestó, en una rueda de prensa, que Elián tenía que vivir en Estados Unidos para que disfrutara de la libertad y democracia que, posteriormente, el Imperio ha regado generosamente, a sangre y fuego, en Iraq o Afganistán. Además con su actitud apoyó a la asesina Ley de Ajuste Cubana que tantas vidas se ha cobrado en el estrecho de Florida.

Hipócritamente, Andy García, ha criticado al cineasta Oliver Stone y a otros actores por viajar a Cuba donde, según él, Fidel Castro viola los derechos humanos de los cubanos. Además se siente irritado y confundido por el hecho de que la gente humilde siga viendo al Comandante como un hombre que se preocupa por los desposeídos. Por esa razón clama continuamente que, durante 40 años, Cuba ha figurado en los primeros puestos en cuanto a violaciones de los derechos humanos. Pero no debemos olvidar que esas acusaciones las efectúa el imperialismo (y su corte de intelectuales de pacotilla) que, para Andy, debe ser el máximo ejemplo de respeto por los derechos de los demás. Quizás eso lo motivara para ofrecerse a viajar a las bases militares que Estados Unidos tiene en Afganistán con el ánimo de levantar, al más puro estilo de Hollywood, la moral de los soldados imperiales que se han cobrado las vidas -sólo en Iraq- de unas 600.000 personas, un monstruoso genocidio implementado por su admirado George Bush. De poco servirá que se haya iniciado un lavado de imagen con la formación de tribunales militares que juzgarán a unos pocos soldados. Todo el mundo sabe, incluido él, que los criminales intelectuales habitan en la Casa Blanca. Hoy son los republicanos, mañana serán los demócratas.

Evidentemente, el concepto que tiene Andy García de los derechos humanos es tan primitivo como su nivel de conciencia. A este sujeto no se le ha perdido una ciudad, y mucho menos La Habana. Lo que ha perdido es la dignidad, si la tuvo alguna vez.

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