22.7.06

Revolución y Contrarrevolución en el Medio Oriente

Un análisis Marxista de la guerra, la crisis, Israel y el imperialismo en la región

Simón Morales
Izquierda.info
Se mire por donde se mire, la actual situación en el Medio Oriente es consecuencia directa de la dominación imperialista del área y la de uno de sus sub productos, la existencia del estado reaccionario, teocrático y dictatorial de Israel.
La situación es una de enfrentamiento entre fundamentalistas religiosos judíos – el Sionismo – y fundamentalistas religiosos islámicos (Hamas en Palestina y Jezbola en el sur del Líbano) que, irónicamente, sirvieron alguna vez a los intereses del imperialismo al subvertir gobiernos y movimientos nacionalistas y seculares árabe-palestinos.
Tropas israelíes han cruzado la frontera con el Líbano y libran combates con milicianos del Partido de Dios (Jezbola). Esta invasión se da inmediatamente después de recios bombardeos israelíes sobre todas las grandes ciudades del país, incluyendo la capital, Beirut, por parte de modernos aviones norteamericanos de la FAI (Fuerza Aérea de Israel).
Los ataques de Israel son la prosecución de una nueva guerra abierta de Israel contra los palestinos y árabes de la región que comenzó hace semanas con el bombardeo e invasión de los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania, donde aviones y helicópteros israelíes demolieron centrales eléctricas, clínicas, edificios públicos y guarniciones de policía, mientras sus tropas de tierra secuestraban a gran parte de los ministros y una cantidad importante de diputados del gobierno palestino de Hamas.
Un debate unilateral entre imperialistas
La nueva ofensiva de Israel ha causado ya cientos de muertos, miles de heridos y cientos de miles de desplazados y ha renovado un debate internacional que, por repetido, no deja de ser frustrante para quienes apoyan la autodeterminación de los pueblos.
Según este debate unilateral – ya que se ignoran todos los puntos de vista no imperialistas – Israel puede estar excediéndose en los métodos para recuperar lo que fue públicamente la razón del inicio de las hostilidades -- un soldado capturado por un grupo fundamentalista distinto a Hamas en Palestina y el de otros dos capturados aparentemente por una unidad de milicianos de Jezbola en el Líbano.
Esta posición de algunos países de Europa contrasta poco con la de apoyo incondicional de EEUU a las acciones de Israel “que tiene todo el derecho de defenderse del terrorismo” y que resulto en el veto de EEUU de una resolución tibiamente critica del Consejo de Seguridad de la ONU que llamaba “desproporcionados” los actos de represalia de Israel contra el Líbano.
Decimos que son dos posiciones que tienen pocas diferencias practicas porque todos los imperialismos coinciden en que Israel se halla envuelta en un conflicto con dos grupos terroristas: Hamas y Jezbola. Europa no propone ninguna resolución de la crisis y coinciden con EEUU en la propuesta de enviar tropas de la ONU para formar un colchón protector de Israel en la frontera sur del Líbano, exactamente lo que quiere lograr Israel desde el inicio de sus ataques.
Las provocaciones de Israel fueron el detonante
El gobierno de Israel lanzó repetidas provocaciones contra los palestinos y los libaneses hasta lograr una respuesta minúscula a ellas: la detención de tres de sus soldados. Erigieron una cerca de acero para contener dentro de ella a todos los palestinos de los territorios, sus tropas invadieron repetidamente territorio bajo “control” palestino para secuestrar dirigentes políticos, incluso sacándolos de cárceles palestinas, se inmiscuyeron en las elecciones y, una vez que estas se resolvieron a favor de Hamas tras la muerte de Yasser Arafat, consiguieron que Europa y EEUU suspendieran la ayuda financiera a la Administración Palestina mientras el propio Israel congelaba las partidas asignadas por los acuerdos de Oslo al “gobierno” de los territorios.
Esta última medida llevó a la Administración Palestina prácticamente a la quiebra, ya que la combinación de esos fondos constituían prácticamente la totalidad de los fondos disponibles para mantener incluso la parodia de “gobierno independiente palestino” que existe en parte de los territorios ocupados.
En el Líbano, siempre desde la retirada de su última invasión unos años atrás, Israel ha venido lanzando operaciones militares encubiertas y abiertas contra ese país y rutinariamente ha comenzado intercambios de artillería con posiciones de Jezbola del otro lado de la frontera.
La estrategia de Israel: la “guerra perpetua” y la paz a ningún precio
Esta es la continuación de la política de más de medio siglo de “guerra perpetua” de Israel que le permite a su gobierno mantener movilizado a su propio pueblo en las filas del ejército – y por lo tanto regimentar toda su vida – y seguir percibiendo la gigantesca ayuda militar y económica de EEUU – el 50% de la totalidad del gasto publico del país – que le permite de hecho mantener una política de economía de guerra sin la cual el estado perdería toda viabilidad política y social.
La paz, conseguida incluso bajo los términos de capitulación Palestina de los tratados de Oslo, no es el objetivo de la política de Israel sino su máximo enemigo. En una situación de paz, aun victorioso, Israel arriesgaría su vida como país ya que la justificación de la ayuda militar y económica del imperialismo – y la multimillonaria ayuda financiera de los judíos alrededor del mundo – se vería enormemente limitada, tal vez hasta suspendida, ya que su justificación (el incesante estado de conflicto bélico contra sus vecinos) se vería socavada.
A pesar de esta política de Israel – y del dinero que le procura la misma – la situación se ha agravado para sus propios trabajadores judíos que ven deteriorarse sus condiciones de vida. Al mismo tiempo, el fenómeno de crecimiento entre la propia población interna de Israel, de los “ciudadanos” de origen palestino, comienza a poner en riesgo la “pureza” teocratica judía del estado y su integridad.
La guerra entonces sirve también para poner en cintura a los trabajadores judíos que deben limitar o suspender sus reclamos por razones patrióticas y la de mantener a la creciente población árabe de Israel bajo control.
El mito de la víctima Israelí
Los sucesivos gobiernos de Israel – tanto del Likud, como del Laborismo y ahora de ese engendro de nuevo partido conformado por los halcones de ambos -- se han encargado de representar los intereses de una burguesía Sabra cada día mas brutal que asienta su poder en una estructura de estado religioso que mantiene una legión de decenas de miles de parásitos “ortodoxos” que reciben compensación económica por no trabajar y sostener la ideología religiosa en la que se sustenta la existencia del estado, y unas fuerzas armadas descomunales que le dan un carácter abiertamente militarizada a la sociedad.
Israel busca presentar al mundo, y a su propio pueblo, la situación de una guerra entre la “democrática” Israel con su parlamento y la barbarie de dictaduras, monarquías y fundamentalismos que rodean sus fronteras. En realidad su estado religioso, reaccionario y militarista y su producto mas acabado, el Sionismo, son la contraparte de un conflicto que aparece, por todos lados, como uno sacado de los libros de historia de las cruzadas y sus luchas de conquista contra el Islamismo.
La propagación del mito que en el conflicto Israel es “la victima” del antisemitismo árabe – que se combina hábilmente con el recordatorio puntual del holocausto nazi perpetrado contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial – le ha permitido a los sucesivos gobiernos de Israel encubrir su política antisemita contra los árabes, de “limpieza étnica” de los palestinos desde la ocupación de sus tierras en la postrimerías de la ultima guerra mundial y de reaccionarias políticas de estado contra las propias mujeres judías – que no son iguales a los hombres legalmente en esta democracia – de los trabajadores, cuyos sindicatos están integrados al estado militarista y de la sociedad toda sojuzgada religiosamente, que no tienen la opción del laicismo, por las castas de rabinos al servicio de la burguesía Sabra.
La imitación de los métodos del nazismo
A tal punto ha funcionado la explicación ideológica, que las fuerzas militares y policiales de Israel pueden actuar impunemente utilizando muchos de los métodos que aplicaron los nazis contra los judíos, los gitanos, los comunistas, socialistas, las naciones que ocupaban y millones de otros y otras. Las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel por sus siglas en ingles) secuestran y torturan prisioneros rutinariamente; cuando lanzan operaciones de represalia contra ataques de la resistencia palestina, sus misiles no perdonan a los civiles, mujeres y niños, miles de los cuales han muerto en estas operaciones de venganza.
Cuando se busca a combatientes enemigos, se queman las casas de sus familias y amigos, se cortan los olivos de sus jardines y fincas, se les expropia el agua. A los niños de la Intifada que arrojan piedras a los tanques y vehículos blindados de Israel se les destrozan las manos a martillazos o culatazos. Las topadoras que destruyen casas de civiles no han respetado la vida de mujeres ni las de pacifistas extranjeros que intentaron ponerse en su paso para detenerlas. Al mejor estilo de la Sudáfrica del apartheid, los palestinos son hacinados en campos de refugiados o en verdaderos batustanes donde impera la miseria.
Los controles de las “fronteras” entre el territorio de Israel y los territorios dados a los palestinos para que “administren” se cierran arbitrariamente y en forma periódica a los trabajadores que se desplazan de ellos para laborar en las fabricas de Israel. Los que no pueden ingresar y percibir salarios no pueden tampoco reclamar por ellos. Los judíos que se organizan para defender los derechos civiles de los palestinos son perseguidos y encarcelados, los partidos opositores de izquierda marginados, y científicos que han denunciado los planes nucleares o militares de Israel fueron encarcelados durante décadas.
El poder del Lobby sionista en EEUU y los judíos del mundo como diplomáticos de Tel Aviv
El Sionismo, a partir de Israel, ha logrado poner bajo su control y manipula a la enorme mayoría de las organizaciones religiosas y culturales judías del mundo las que están obligadas a llevar a cabo parte de la política exterior de Israel en sus países y actuar como los representantes de sus intereses en la política nacional.
Así, Israel invierte grandes sumas de dinero – en el orden de centenares de millones de dólares – de la ayuda que recibe de los EEUU para influir sobre la política y los políticos del país donante. Esto, el Lobby de Israel en EEUU, es a todas luces no solo un acto ilegal sino que merecería la oposición de todo norteamericano que vea sus impuestos gastados por una potencia extranjera para influenciar en la política de su país.
Los políticos norteamericanos, sin embargo, callan ante esta situación, porque muchos de ellos se benefician en cientos de miles sino millones de dólares en sus campañas electorales que provienen de este Lobby o de sectores económicos norteamericanos que Israel y sus organizaciones en el exterior influencian.
Se ha dado el caso también de políticos norteamericanos que, luego de ganar por amplios márgenes sus elecciones locales, se ven enfrentados de pronto por un candidato financiado poderosamente por intereses ligados al Lobby. Sus arcas, al mismo tiempo, se vacían de donantes por la presión de este mismo Lobby sobre sus donantes propios.
Un caso ilustrativo – que se ha repetido cientos de veces – es el de Cinthia MacKinney, una diputada negra demócrata, elegida cinco veces consecutivas por amplios márgenes y que fue derrotada en su campaña por la re-elección en el 2002 porque se atrevió a criticar el tratamiento de los palestinos por parte de Israel.
De pronto sus donantes dejaron de enviar cheques y los periódicos locales y nacionales lanzaron una campaña furibunda contra la congresista. Sus oponentes de todas las denominaciones encontraron, por otra parte, sus arcas repletas de dinero y el apoyo incondicional de los medios de difusión.
McKinney tardó dos años en recuperarse del ataque y gracias en gran parte a una campaña nacional de sectores anti-sionistas, logró recuperar su puesto en la Cámara de Diputados en el 2004. Sin embargo, al regresar al congreso, la jefa de la bancada Demócrata, Nancy Pelosi, le negó la antigüedad como diputada (10 años) para no permitirle el acceso a comisiones poderosas de la Cámara como la de relaciones exteriores que trata, entre otras cosas, la ayuda económica y militar a Israel.
Poco después, un policía del congreso agredió a McKinney aduciendo que no la conocía y que intentaba pasar hacia el interior del recinto siendo McKinney—debido al escándalo de esos dos años – una de las personalidades afro americanas más conocidas y una de entre media docena que son diputadas. McKinney se defendió empujando al policía y, según este, agrediéndolo con… ¡su teléfono celular!
Ningún miembro de su bancada del partido Demócrata salio a defenderla – ni siquiera los otros miembros del caucus negro del partido al que pertenece – cuando el policía, en un caso sin precedente, acusó y llevó su caso ante un Grand Jury (Gran Jurado) acusándola de abuso de poder y agresión.
En el bolsillo del Lobby sionista
Esta política de presión de Lobby en EEUU estaba, hasta hace una década, casi exclusivamente dirigida al Partido Demócrata al que la comunidad judía norteamericana le prestaba su apoyo mayoritario en dinero y votos. Sin embargo, esa dedicación exclusiva empezó a cambiar hace una década, cuando el fundamentalismo cristiano – una de las bases militantes mas importante del Partido Republicano – selló su alianza estratégica con el sionismo reivindicando como causa propia la defensa de Israel y al sionismo como su aliado.
Tan fuerte es el lobby y la influencia de Israel sobre el Congreso y los políticos de los EEUU, que es el único país del cual han sido descubiertos no menos de 20 espías militares e industriales operando en territorio norteamericano y estas acciones ni siquiera han merecido una nota diplomática enérgica de la Casa Blanca. Es cierto que algunos de estos espías, mayormente oficiales de las Fuerzas Armadas de EEUU a sueldo de Israel, fueron capturados, enjuiciados y algunos enviados a la cárcel, pero Israel no sufrió ninguna consecuencia ni política, ni económica ni diplomática.
Mientras estados unidos pone el grito en el cielo y amenaza con invasiones a Corea del Norte – que tiene armas nucleares arcaicas, si de verdad las tiene – o a Irán que ni siquiera las tiene y presiona a la Argentina y Brasil para que elimine sus programas nucleares con fines pacíficos, deja que científicos y militares norteamericanos le pasen información y colaboren con el programa de armamentos nuclear de Israel, el único de la región y uno de los mas avanzados del mundo.
Al mejor estilo de las dictaduras militares del globo, la MOSAD (Servicio de Inteligencia) Israelí opera libremente en países neutrales o incluso amigos y aliados con grupos de tareas que se encargan de secuestrar o asesinar oponentes políticos, muchas veces pero no necesariamente, palestinos, o de robar secretos militares o industriales para su propio uso.
Así también, la DAIA, el Consejo Mundial Judío y la AMIA en la Argentina, manipulando a las 83 victimas del acto terrorista de la década del 90 que se llevo a cabo en territorio argentino, presiona al gobierno de Kirchner para que este apoye a Israel en su presente invasión del Líbano. Por lo menos parcialmente resultaron exitosos porque, en un país generalmente simpatizante de la causa palestina, el gobierno se ha mantenido en silencio frente a las atrocidades de Israel en Palestina y el Líbano. Más aun, Argentina promueve, junto al Brasil, un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Israel.
Las organizaciones sionistas en Venezuela y otros países han jugado también un rol de presión a favor de Israel sobre gobiernos que, de otra forma, simpatizarían más abiertamente con la causa Palestina. Las organizaciones judías que no se prestan a este trabajo “diplomático” son regularmente marginadas por establishment judío centralizado en Israel.
La concurrencia de los intereses de Israel y el Imperialismo
Por supuesto que esta situación resultaría incomprensible si no se advirtieran la concurrencia de intereses entre Israel y el imperialismo, particularmente el norteamericano. Así como la presente ofensiva militar israelí contra el Líbano por un lado y los palestinos contra el otro han quitado de las primeras planas de los diarios del mundo el pantano en el que se ha convertido la ocupación de Irak para los EEUU, cada acto del sionismo siempre ha contado sino con el beneplácito, al menos con la benevolencia del imperialismo porque ayudan a los planes geopolíticos y los intereses materiales de las grandes potencias.
Tanto es así que Israel, que ha sido declarado por todos los gobiernos Republicanos y Demócratas de EEUU como el aliado estratégico mas importante del mundo, que existe gracias al dinero del imperialismo, cuenta a este como el “intermediario”, como la parte “neutral” de todas las negociaciones con sus enemigos y adversarios a los que, invariablemente, este “arbitro” ha declarado como terroristas insalvables.
Las reuniones entre Israel y las partes con las que negocia (fueran estas Egipto, Yasser Arafat o cualquier otro) de Camp David, desde Carter, pasando por Reagan, Clinton y ahora Bush son sesiones de combates cuerpo a cuerpo de dos luchadores contra uno. ¿Tiene alguien dudas de cómo se consiguen los acuerdos y compromisos entre las partes que no sea por extorsión o directamente bajo amenazas? Durante las negociaciones que culminaron en Oslo con el tratado entre Israel y la OLP de Arafat, las condiciones no fueron mejores. Allí fueron los europeos los encargados de torcer las muñecas de los palestinos hasta que gritaran “¡basta!” y se rindieran, aceptando un estatus colonial humillante.
EEUU utiliza a Israel para ganar preponderancia en la región
En una época de reservas de fuentes de energía en declive, el petróleo se ha convertido en una razón fundamental de conflicto. Con el barril del crudo rondando los $80 dólares, mas del doble del precio internacional antes del conflicto de Irak, la lucha por la hegemonía del Medio Oriente es de vida o muerte para el imperialismo.
Israel, que siempre ha jugado como un enclave político-militar del imperialismo en la región para desestabilizar, atacar o defender los regimenes que sean favorables al imperio, cobra en esta coyuntura una importancia mayor. Tanto mas es así cuanto mayor son las dificultades de EEUU. Por ejemplo, durante la Primera Guerra del Golfo, Israel fue estrictamente mantenido fuera del conflicto incluso después que Saddam Hussein hizo descender varios y defectuosos misiles SCUD sobre territorio de Israel.
Una vez que los ingleses comprendieron que la creación del Estado de Israel en su antiguo Protectorado de Palestina en la etapa post colonial era una iniciativa favorable a sus intereses y dejó de oponerse a ella, Israel hizo todos los esfuerzos del mundo para congraciarse y canjear sus servicios por el apoyo imperial, primero de Gran Bretaña y luego de EEUU.
En esto los sionistas tenían experiencia acumulada cuando colaboraron con los nazis en sus campos de concentración, y les demostraron que eran gente flexible en los principios y estaban siempre dispuestos a proteger sus intereses aun a costa de los otros judíos. Pasaron de odiar a Inglaterra y volar hoteles con turistas de esta nacionalidad a servirles eficientemente por un precio.
De este modo, la pandilla terrorista y despiadada Stern, perseguida por los servicios secretos de varias potencias por asesinar cónsules, mediadores y nobles de varios países y volar más de un lugar publico, llego incluso a tener Ministros y hasta un Primer Ministro en el Israel contemporáneo: Yitzhak Shamir. Los terroristas judíos competidores de Stern, Irgun, proporcionaron el resto de la crema de los políticos sionistas de Israel y constituyeron la base inicial de los que es hoy el Ejército de Israel.
Israel, el mejor legado de un imperialismo a otro
Israel fue el mayor tesoro heredado por EEUU de Inglaterra para la dominación regional, tan importante para ello como había sido para los británicos, y lo sigue siendo para EEUU, el sistema de jeques, emires, monarcas y jefes de clanes heredados por Londres del Imperio Otomano.
Estos últimos siguen constituyendo la red de entreguistas pro-imperialistas y los negociantes de petróleo con el imperialismo a cambio de perpetuarse en el poder, a lo que el imperialismo de todos los tiempos ayudo derrocando o provocando el derrumbe de los gobiernos y regimenes nacionalistas, pan árabes o progresistas y allanando el camino a la institucionalización de gobiernos reaccionarios y dictatoriales como los que hoy ejercen el poder en casi todos los países árabes contra cualquier oposición nacionalista o de izquierda.
En su afán de destruir toda posible independencia post colonial en la región, el imperialismo no dudo en socavar y destruir gobiernos burgueses perfectamente deseosos de una acomodación con las demandas del imperio pero en calidad de socios, no de simples títeres.
Así, desde Nasser hasta Yasser Arafat, y desde el régimen democrático nacionalista burgués depuesto por un golpe pro Washington en Iran que dio lugar a la ascendencia del Shah y de la conspiración imperial para destruir la llamada Republica Árabe Unida hasta los bombardeos de Trípoli con el objetivo de asesinar a Qadafi, uno tras otro los intentos seculares y nacionalistas fueron cercados, combatidos y destruidos entre los países de los árabes y persas de la región.
En algunos casos, estos giros y contra giros, conspiraciones y golpes del imperialismo para proseguir con sus planes tomaron un curso insospechado y tortuoso, a veces de características siniestras y cínicas.
Un ejemplo: La contrarrevolución Iraní
Por ejemplo, en agosto de 1953, un golpe militar derroco el régimen nacionalista de Mohammed Musaddiq en Irán e instalo al Shah en el poder. El golpe de 1953 es convencionalmente atribuido como una operación de la CIA, aunque la planificación inicial corrió por parte del MI6 Británico. Hasta 1979, el Shah utilizo la represión salvaje y el totalitarismo para preservar los intereses imperiales.
En los anos 50s la Anglo Iranian Oil Company (AIOC) – que después seria llamada British Petroleum – era administrada desde Londres y era propiedad de una sociedad mixta del gobierno e intereses petroleros particulares de Inglaterra.
Cuando en 1951, Musaddiq nacionalizo el petróleo, la CIA y el MI6 comenzaron las preparaciones para un golpe militar que se llevo a cabo dos anos después. Luego de ascendido al trono, el Shah otorgo un nuevo contrato dando el 40% de todo el petróleo de Irán a los intereses anglo-norteamericanos. Cuando el Shah fue derrocado en 1979 por lo que generalmente se conoce como la “Revolución Islámica” la definición era solo cierta a medias. Al Shah le sucedieron diversos gobiernos, hasta que Khomini logro asentarse en el poder a través de un referendo contra los sectores mas seculares, liberales y aun de izquierda y transformar a Irán en una Republica Islámica en medio de una guerra con Irak provocada – y armada – por los Estados Unidos y sus socios imperialistas.
Imperialismo e Israel: los padrinos del fundamentalismo islámico
La mano del imperialismo, y de Israel, estuvieron presentes en cada instancia de cada proceso de revueltas, intrigas palaciegas, golpes militares y guerras de la región, tuvieran a ellos como parte activa o enfrentaran a ejércitos ajenos. Israel de hecho alimento la oposición fundamentalista islámica contra regimenes burgueses laicos y así en un principio alentó a Khomini, ayudo incluso económicamente a Hamas en sus comienzos y negocio favorablemente con Jezbola en varias oportunidades.
Estados Unidos aprendió esta estrategia a la perfección y la utilizo en Afganistán armando a las milicias reaccionarias islámicas contra el régimen pro-soviético de los 70s. Israel, así como Estados Unidos, sabían a la perfección que ello le enfrentaría en un futuro con sus propios ahijados políticos: Bin Laden y el Taliban en Afganistán fueron para EEUU, lo que Jezbola y Hamas son hoy para Israel.
La cínica especulación de Washington y Tel Aviv era que, llegado el momento, estos serian enemigos mucho más débiles que aquellos gobiernos laicos que les ayudaron a derrotar. Y funciono. Jezbola es mucho mas débil hoy que las fuerzas de masas armadas, respaldadas por Siria y otros estados árabes, y los palestinos que mantenían divisiones enteras en Líbano treinta anos atrás.
Israel no solo flirteó con fundamentalistas islámicos para proseguir con sus planes y los de EEUU, sino también con fundamentalistas cristianos como en el Líbano antes de la aparición de Jezbola, cuando la Falange y el ejercito reaccionario de las milicias cristianas maronitas hacían el trabajo sucio de Israel, custodiando sus fronteras. Masacrando a los palestinos de los campos de refugiados de Sabra y Shatila bajo la dirección del carnicero Sharon, que envió tropas Israelíes para rodear los campamentos y proteger la retaguardia de las milicias cristianas que cometían los asesinatos en masa en su interior.
El otro bando no tiene dirección revolucionaria
La crisis actual de la energía no hace más que acelerar los ritmos y hace cada día más oneroso y difícil el sostenimiento de la dominación imperial en la región. Hace veinte años hubiera sido impensable una invasión masiva de los EEUU a un país de la región como es Irak. El hecho de que hoy sea necesario es un testimonio más que elocuente de la situación.
Por otro lado, dos décadas antes, la situación de Israel no era tan crítica como lo es hoy. El estado judío tiene el doble de población árabe rodeando sus fronteras y el 30% de su población interior es del mismo origen. La situación económica esta lejos de la prosperidad que acompañó la Guerra de los Seis Días.
La situación, sin embargo es todavía más crítica para el otro bando. Las masas árabes, palestinas, persas y kurdas de la región están dirigidas o dominadas por regimenes o direcciones reaccionarios como las de Jordania, Arabia Saudita, Irán, Irak ocupada, Egipto, Palestina, Líbano, Kuwait, en su mayoría dominadas por ideologías pre capitalistas y retrogradas del fundamentalismo islámico.
En las actuales condiciones, la continuación por tiempo indeterminado de la dominación imperialista y la prosecución de la estrategia de guerra permanente de Israel no llevarán a una victoria de las masas de trabajadores, campesinos y populares de la región, sino a la misma disgregación social y liquidación de los estados tal cual como sucedió en gran parte de Africa en las ultimas dos décadas.
El imperialismo, por su lado, lejos de considerar una derrota, esta buscando desesperadamente una salida militar a la situación fantaseando ahora con una guerra con Irán, lanzar a Israel contra Siria y terminar despedazando todo el Medio Oriente hasta secarlo de sus reservas petrolíferas.
¿Cómo y quién resolverá la crisis en esta situación extraordinaria?
En condiciones normales, las masas de trabajadores de los países opresores, en este caso EEUU, algunas de las potencias europeas e Israel, estarían llamadas, para todo aquel que se considere Marxista, a cumplir con un aspecto fundamental de la liberación de los pueblos oprimidos de Medio Oriente.
Las masas de Israel, por haberse constituido como nación a través de la expoliación y opresión de otros en forma relativamente reciente y las de EEUU por el atraso que lleva en incorporarse a la lucha de clases – con la excepción tal vez de millones de sus - inmigrantes Latinos, no ofrecen en corto o mediano plazo una alternativa para la salida de la crisis.
Esto no quiere decir para nada que los Marxistas abandonen ni por un minuto la agitación y la propaganda entre ellas y que todo aporte que realicen no sea de importancia. Pero tenemos que tener claro que, en lo inmediato, no serán el elemento decisivo de la ecuación.
Por su parte, los trabajadores, jóvenes y la izquierda israelí que creen en la existencia de una nacionalidad israelí con características propias que merece ser preservada deben comprender que una tal nacionalidad puede existir y perdurar solo en el marco de la lucha por terminar con la opresión del pueblo palestino por parte de su burguesía Sabra y su propia explotación y que se dará en una integración multinacional con los oprimidos, aceptando democráticamente todos sus derechos.
Es decir, los israelíes podrán tener su nación al precio de liquidar el estado tal cual existe en el presente en alianza con el pueblo palestino.
La izquierda sionista, de la que Noam Chomsky representa su ala más radical, se preguntan ¿Por qué liquidar el Estado de Israel y no los demás estados capitalistas? Un Marxista revolucionario le respondería concretamente que los regimenes dictatoriales árabes, las monarquías, los emires y jeques y el propio fundamentalismo Islámico sobreviven solo gracias a la presencia y continuidad de la política del Estado de Israel y del imperialismo.
Despojadas de esas dos inmensas barreras de contención, los estados árabes, mayormente artificiales, sucumbirían al peso de la lucha de clases que generaría mil revoluciones incentivadas por semejante victoria.
Dicho esto, los marxistas revolucionarios no damos un penique ni defendemos por un instante, frente a las masas árabes y palestinas, la sobrevivencia de ningún estado burgués o semifeudal. Pero serán las masas las encargadas de disponer de ellos y no el imperialismo o Israel que necesitan su permanencia, quizás con una u otra reforma, para tener con quien negociar la extensión de la vida del imperio en la región, más allá de su agotamiento histórico.
En el campo opuesto, las direcciones islámicas fundamentalistas, con su atraso ideológico, su conformismo con desarrollos de la miseria administrada y sus métodos militares incapaces de ofrecer una resistencia triunfante, están destinados a la derrota cierta o, tal vez si el colapso económico del capitalismo global les ayudara, a reinar sobre las ruinas de las que fuera alguna vez una de las regiones potencialmente mas ricas y cuna de todas las civilizaciones contemporáneas.
En esta situación, y por un tiempo relativamente importante, el destino del Medio Oriente, es decir de sus masas empobrecidas, resta casi exclusivamente en las manos de la revolución mundial, el movimiento de masas internacional y, para decirlo más claramente, en la suerte que corra la izquierda revolucionaria en el próximo periodo en Europa y Latinoamérica.
El destino del Medio Oriente en las manos de la revolución mundial
Si las masas obreras de Europa y Latinoamérica avanzan en su proceso de recuperación política y se movilizan no solo a favor de sus propios intereses inmediatos sino contra el imperialismo – y de paso en solidaridad militante con los pueblos del Medio Oriente – podrían frenar primero y eventualmente derrotar la ofensiva de EEUU e Israel en la región.
Para esto son importantes las manifestaciones de masas contra la guerra de Irak y contra las guerras de Israel en todos los países del mundo. Pero tan o más importante son las medidas políticas y económicas que estas masas movilizadas puedan iniciar como bloqueos económicos, suspensión de embarques de armas, la lucha por la suspensión inmediata de la ayuda económica y militar a Israel y el boicot de los recursos militares y económicos norteamericanos.
Esas mismas masas deben obligar a sus gobiernos a retirar su apoyo político y económico a Israel y EEUU o al menos lograr una neutralidad activa en relación a los conflictos del Medio Oriente. Las masas de trabajadores y el pueblo de Europa y Latinoamérica tienen potencialmente en sus manos la capacidad de arrancar de las manos de los fundamentalistas islámicos y su ideología reaccionaria el monopolio de la lucha contra el imperio y su enclave y reemplazar sus métodos terroristas desesperados por el de la acción de masas.
La izquierda revolucionaria tiene un papel fundamental que jugar en esta encrucijada como la única parte del todo que teóricamente tiene la comprensión de los problemas que se enfrentan y la necesidad de resolverlos mediante la agitación, la propaganda y la acción por el socialismo internacional.
Es a través de zambullirse en estas tareas internacionalistas en las que conquistarán a las masas de sus propios países para la conquista del poder, eliminarán la modorra y el escepticismo que hoy prima entre muchos trabajadores, y colaborarán en la formación de direcciones revolucionarias, laicas, socialistas en los países del Medio Oriente cuando las masas dejen de ver a los trabajadores y sectores populares de Occidente como simples seguidores de la política expoliadora de sus gobiernos.
De lo contrario, habrá que agregar el Medio Oriente a la lista de países y regiones que, como gran parte de Africa, dependerán de su reconstrucción de la revolución socialista del futuro ya que su presente es de disgregación y retorno a la barbarie, víctimas de la destrucción inexorable causada por la perpetuación de la dominación imperial.

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