30.7.06

Rim Banna: ''La música es un arma más fuerte que las bombas''

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APASIONADA y comprometida son las palabras que resumen la personalidad de la cantante palestina Rim Banna. En sus canciones pone, en ritmos folk y arias cargadas de emoción, todo el desasosiego, toda la esperanza de su pueblo, cosas de su vida cotidiana, el amor y las amistades que prosiguen a pesar de la guerra. Tiene dos obsesiones. Su pueblo y la música. No le gusta hablar de ella misma, porque su voz no es la suya. Dice que es la de su pueblo. Con su marido, el guitarrista Leonid Alexeienko, se esfuerzan en dar a los palestinos un poco de luz en un largo túnel, como lo hicieron ayer en un concierto en el Castillo de Gibralfaro, organizado por la asociación Al-Quds, en solidaridad con Palestina.
–Nació y vive en Nazareth, que es ahora una colonia judía...
–Nací en Nazareth y, para mí, es Palestina. No me importan las delimitaciones oficiales. Si visitas Palestina, verás que, a pesar de las colonias, los olores, la tierra, las montañas, las rocas, las casas y la cultura que distingue a los palestinos existen en cada parte del territorio. Los turcos nos ocuparon durante 800 años, luego vinieron los ingleses y hoy es el turno de los israelíes, pero para nosotros, somos palestinos. De hecho en Nazareth, nunca vivieron los judíos y hoy sólo hay árabes. –Como palestina, ¿qué siente en esos momentos de violencia en la franja de Gaza y en Líbano? –Han sido ataques muy duros, pero no los peores. Vivimos en esta atmósfera de violencia desde 1948. Creo que nunca se acabará, a causa de varias razones. Por encima de los pueblos están los estados, las autoridades, las policías secretas. Cada vez que hay un periodo de calma, cuando las negociaciones se emprenden, ocurre algo, y una nueva ola de violencia empieza. Hay un interés para que esta región estratégica continúe débil, bajo del conflicto.–¿Cómo es la infancia de una cantante allí?
–Es la de todos los niños de Palestina. Lo que recuerdo de mi infancia es que siempre vivía con una gran tensión. La vida cotidiana está llena de militares. Es bastante desagradable cuando te sientas en un bar para beber un café y tienes a tu lado a un soldado con su arma. Son imágenes chocantes para un niño. También me ocurrió ver en Hebrón a francotiradores alrededor de una escuela. ¿Cómo se puede preservar la inocencia de un niño en tal inseguridad? Nunca te relajas. Y recuerdo como, cuando estaba a la escuela, en los 80, nació en mi espíritu el sentimiento de resistencia. No contra un pueblo o una religión, sino contra la injusticia y las mentiras. –¿Y se materializó este sentimiento ? –Yo siempre quise hacer algo para mi pueblo. Pero la única arma que he encontrado es la música. Porque creo que la cultura, la literatura, la música, el arte, son más fuertes que otras armas. La guerra, la violencia, los horrores, nunca acabarán con el espíritu profundo de los palestinos. Bajo las bombas, seguimos ejerciendo nuestras tradiciones, seguimos viviendo. –¿La música como arma? –Sí. Para que recordemos que tenemos un objetivo por el que luchar, un futuro como palestinos, con nuestra cultura. A veces actúo en escuelas, porque es importante que los jóvenes tengan la esperanza de un futuro mejor. –¿Y tiene sus efectos? –Aunque los jóvenes a menudo piensen más en cantar mis canciones como si fueran comerciales, sé que al final, logro trasmitir algo. Mis temas son tan descriptivos de la vida cotidiana palestina... Canto los horrores, el exilio, la tristeza, pero también la alegría, el amor, cosas que todavía existen en nuestra tierra y en las qué la gente se reconoce. –¿Hay una actuación que le haya marcado particularmente ? –Siempre recordaré el concierto que dí durante la segunda intifada en Ramallah. El 2 de octubre de 2000, tres días después del bombardeo de la comisaría de policía de esta ciudad, la gente me llamó para dar un concierto de protesta, en el lugar de la masacre. Era muy peligroso, pero no lo pensé dos veces y acepté. Logré entrar en la zona y di el concierto. Canté bajo de las bombas, porque todavía estaban bombardeando, pero estaba con mi pueblo. Y vi las reacciones de sorpresa, porque todos me conocen, y estaban alucinando de verme allí, cantando en tal momento. Pero yo quería decirles que nunca los dejaría. Siempre lo recordaré. Cantando yo lloraba, la emoción era tan grande... –¿Como empezó en la música? –Mi madre siempre escuchaba música. Y me vino naturalmente. No fue una voluntad, sólo llegó así. Empecé en actividades escolares y luego en festivales nacionales. Al principio, sorprendió a la gente que una mujer cantara, no era común. Al escuchar el mensaje patriótico y de esperanza que transmitía, las mentalidades cambiaron. Antes éramos dos mujeres en los escenarios musicales. Hoy, somos muchas más. –Y durante sus próximos conciertos, ¿qué cosas tiene que decir...? –No estaba con mi pueblo durante los últimos ataques. Entonces, tendré mucha fuerza que poner en mis palabras. Como cada vez, vestida con una falda tradicional palestina, tendré la impresión de cantar con la voz de todo mi pueblo.

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